Aínda o día 5 de xuño, este xornal pontevedrés recollía novos detalles das consecuencias dos sucesos dos días anteriores na Coruña, nunha columna na súa páxina 2:

Lo de la Coruña
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Fué tan unánime la huelga de obreros, con motivo de los sucesos de consumos, que hasta los encargados de servicios fúnebres se negaron a trabajar. Así se dió el caso de que tres cadáveres, de personas fallecidas de muerte natural; entre ellas el conocido banquero Sr. Obanza, estuvieron insepultos muchas más horas de lo debido.
Durante la sangrienta lucha del viernes se advirtió de que las fondas de la calle de la Rúa Nueva, donde se hospedan numerosos pasajeros llegados de la Habana en el vapor Alfonso XIII, salían disparos de armas de fuego contra la Guardia civil. Por esta causa la benemérita hizo fuego sobre aquellas casas, ocasionándole la muerte a las infelices mujeres que en nuestro número anterior hemos citado.
A nadie en absoluto le fue permitida la circulación con bultos que tuvieran más volúmen que el de un pequeño paquete, fácil de llevar bajo el brazo.
Al realizar las prisiones, algunos significados agitadores huyeron por los tejados, pero fueron detenidos.
Los principales instigadores están en el Castillo de San Antón.
Los presidentes de las sociedades obreras han acordado desistir de la publicación de una hoja suelta relatando los hechos de estos días, por temor a la censura militar; enviar a Madrid una comisión que gestione con las sociedades obreras de la corte la celebración de un mitin de gran resonancia; y telegrafiar al Gobierno, pidiendo al destitución del Sr. García Valdés.
También acordaron que una comisión visitase al capitán general para pedirle la libertad de todos los detenidos y el levantamiento del estado de sitio, comprometiéndose ellos a garantir el orden.
Así lo hicieron, pero el general Lachambre accedió tan solo a poner en libertad a los presidentes de las Sociedades obreras, a excepción de la de Oficios varios.
Estos días llegan individuos forasteros, llamados por la empresa de consumos para reemplazar a los huelguistas.
Las autoridades militares han pedido al arrendatario la relación de los empleados que han abandonado el servicio.
Continúa tranquila la población.
El capitán general se ha negado a todos los detenidos como deseaban las Sociedades Obreras.
Alega para ello que hallándose aquellos sometidos a un proceso militar, únicamente a los jueces que instruyen los sumarios compete el decretar su libertad.
Como consecuencia de esta actitud del general Lachambre, dícese que se reanudará el paro de algunos oficios.
Los periódicos locales refieren los sucesos sin comentarlos.









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