“La cooperación voluntaria”, artigo de Ricardo Mella en “El Combate” (Pontevedra), 6 de maio de 1900

Afirmamos, en resumo, (…) a liberdade de procedementos; a posesión común da riqueza como base; o pacto como medio; a satisfacción de todas as necesidades como fin. E propagamos, en consecuencia, que a humanidade emancipada das vellas rutinas, marchará voluntaria e libremente á realización da maior felicidade posible sen necesidade de administradores nin gobernantes interesados.


“El combate” foi una publicación de periodicidade quincenal, que baixo o subtítulo “Semanario republicano”, foi publicado na cidade de Pontevedra entre o 19 de marzo de 1899 e o 30 de decembro de 1900. Tiña como lema: “La verdad regula la justicia y ésta la libertad, la igualdad, la solidaridad y la democracia“.


No seu exemplar de 6 de maio de 1900 (número 59), na súa primeira plana, aparece publicada a seguinte colaboración a cargo do pensador libertario vigués Ricardo Mella , baixo o título de “La Cooperación Voluntaria”:

LA COOPERACIÓN VOLUNTARIA
Todos los principios del socialismo anarquista pueden reducirse a uno solo, el de la cooperación voluntaria.
La autonomía no es sino la afirmación del derecho de cada uno á proceder como quiera.
La libre iniciativa no es sino la consecuencia práctica del ejercicio de aquel derecho. Y, en fin, la asociación es el resultado efectivo, inmediato, de la iniciativa, individual o colectiva, e implica mutua inteligencia o acuerdo para fines determinados. En resumen, estos tres principios son los elementos primeros del método que denominamos cooperación voluntaria.
No nos reducimos a un sistema de trabajo, de producción, cambio y consumos, porque significaría la obligación de contraerse a las reglas de tal sistema.
La vida social es, en último análisis, un modo de cooperación. La cooperación reviste dos formas generales: forzosa ó voluntaria.
La primera es harto conocida. Derívase de la propiedad individual y de la autoridad organizada. El gobernante y el propietario obligan, fuerzan á los hombres al trabajo, á la obediencia, á la servidumbre. No hay modo de eligir libremente prácticas de vida, métodos de asociación. Cada uno viene obligado á marchar por el carril que se le asigna. La decantada libertad del trabajo no es sino el disfraz de la esclavitud. La libertad ante la ley es un timo á la pobreza. Quien carece de propiedad, carece de personalidad. Y aún los que gozan el privilegio de poseer, no siempre salvan el trampolín de la subordinación. La cadena autoritaria sujeta á todos, á todos estrecha, oprime y tortura.
La segunda es la afirmación genuina del provenir. En posesión, todos los hombres, de los bienes de la tierra: generaliza da propiedad, la sociedad humana será la resultante del concurso voluntario de sus componentes. Aquí asociados de un modo, allá de otro; federados para tales ó cuales fines; en agrupaciones poco numerosas ó en agrupaciones de gran número de individuos, unidos todos por necesidades de la vida común en las prácticas corrientes, por simpatía para los fines de recreo, de arte ó de ciencia; realizarán los hombres por impulso propio la obra de su liberación de las fatalidades de la existencia; producirán, cambiarán o distribuirán los productos y consumirán según sus facultades intelectuales, y así la evolución o desenvolvimiento de las sociedades se verificará sin violencias, sin sacudidas bruscas que la coacción del poder y la coacción de la propiedad hacen fatalmente necesarias.
Toda la vida social se reducirá a una serie de pactos, de convenios, variables según las circunstancia de tiempo o de lugar. Nada más absurdo que la pretensión de dar una regla o una medida para la conducta de los hombres. Nada más absurdo que el empeño de regimentar a la humanidad.
Disentimos en este particular aún de aquellos que propagan para el porvenir una fórmula cerrada. Con el nombre de comunismo, colectivismo, mutualismo, etc. no se hace sino decretar el dogma, afirmar la imposición. Quisiérase someter la humanidad entera á un solo ritmo. El sueño de todos los césares.
Explícase el deseo de que los hombres unánimemente se concierten y vivan en paz completa. No así el deseo de que todos entiendan y practiquen el contenido de la vida real de un mismo modo. La uniformidad es contraria a la libertad, contraria a la naturaleza humana. Cuanto más se avanza en el desenvolvimiento social, la vida se hace más difusa, más incoherente. Son los pueblos primitivos, los que fácilmente se encierran en una existencia concreta, fija, bien determinada y de límites estrechos, porque en ellos el progreso no ha verificado la dispersión de las actividades desenvolviéndolas en infinidad de direcciones.
Pués si la vida moderna consiste cada vez más en una dispersión de direcciones, si la actividad toma múltiples caminos difundiéndose de tal forma que no es fácilmente determinable una meta común, si esto ocurre á pasar de la coacción legislativa y á pasar del régimen capitalista que reglamenta toda existencia; ¿qué no ocurriría en una sociedad libremente constituida? No se concibe un sistema uniforme universalmente aceptado. No se comprende la nueva vida fuera de la infinita variedad de métodos, prácticas y costumbres que la libertad supone. La cooperación será esencialmente amovible, siempre adaptada á fines determinados, modificable en todo momento. La única condición metódica será la de su forma voluntaria. Y fuera de ella, más allá de ella, quedará únicamente la tendencia a la uniformización, el deseo de regimentar á los demás y de acomodarlos á nuestro particular modo de entender las cosas.
Será la experiencia la encargada de toda selección, libremente aceptada. Y en el transcurso del tiempo uno ó varios métodos especiales obtendrán las preferencias de los hombres, más siempre quedará irreductible el derecho de todos á proceder como les cuadre.
Afirmamos, en resumen, bajo la denominación que sirve de epígrafe á este artículo la libertad de procedimientos; la posesión común de la riqueza como base; el pacto como medio; la satisfacción de todas las necesidades como fin. Y propagamos, en consecuencia, que la humanidad emancipada de las viejas rutinas, marchará voluntaria y libremente á la realización de la mayor felicidad posible sin necesidad de administradores ni gobernantes interesados.
Dejemos á los alquimistas de panaceas, á los artífices de mundos imaginarios, á los fabricantes de castillos de naipes, la ridícula labor de investigar, establecer y decretar á que hora de que día, mes y año, la humanidad hará lo que á ellos se les ponga en las mientes.
R. MELLA.




qué é isto?

Un espazo para ir recollendo información para a recuperación, conservación e difusión da memoria libertaria e a historia do movemento obreiro na Galiza.

Newsletter

A Folga de 1901 na Coruña, na prensa

Boletín “A Folga de 1901: os sucesos dos días 30 e 31 de maio de 1901 na Coruña”

A Folga de 1901, no Diario de Sesións do Congreso dos Deputados

Solidaridad Obrera de Galicia – 1911

Conflitos obreiros e Folga Xeral de 1903 na Coruña: a figura de Mª Manuela Vázquez Mejuto “La Morenita”

Folga Xeral revolucionaria de 1933 na Galiza

A Folga de 1901, no “Suplemento a la Revista Blanca”