O semanario “Cultura Obrera” era un periódico escrito en castelán, publicado en Nova Iorque, editado polo grupo homónimo, facendo parte dos IWW (Industrial Workers of the World), do que xa temos falado neste espazo web.

No seu número 22, do 26 de abril de 1913, aparece publicado este relato baixo o título “Remembranzas”, asinado por Jesús Martínez, no que lembra a súa primeira singladura pola ría de Ares-Betanzos-Sada, enrolado nun barco de pesca, nunha mañá de primavera de 1900, con tan só 15 anos.


Remembranzas
¡15 de abril de 1900!
¡Oh! Jamás se borrará de mi imaginación aquel bellísimo amanecer.
Aún no había cumplido tres lustros, y ya mi vejete me tenía enrolado entre la tripulación de una pequeña embarcación de pesca.
¡Que casualidad! Todos los tripulantes frisaban ya en los cincuenta, pero el patrón ¡oh! el patrón aunque ya había entrado en el periodo octogenario no estaba calvo y, además, conservábase fuerte y robusto.
Su larguísimo y blondo cabello era sedoso y finísimo y sobre su ancha y despejada frente destacábase elevado y expresivo tupé que desordenaba y rítmicamente recogido sobre el lado izquierdo, figuraba diminuto y blanquísimo montecillo de nieve purpúrea.
Su caracter era bondadoso: sus ademanes, sinceros y expresivos: su mirada, ardiente y seria, y sus abultados salientes y rojizos ojos contrastaban sublimemente con la blancura y frialdad de su sedosa y encanecida cabellera.
¡Que contraste! Dos volcanes de fuego enclavados en las faldas de una montaña helada.
Todo esto unido a su afable y bonachón trato, denotaban en él más que un viejo lobo de mar: un hombre a quien ya las experiencias de la vida le hacían meditar y quizá para recordar amargas vicisitudes.
¡Que bueno era! Como se desvivía el pobre hombre para darme lecciones al natural sobre las verdes y salitrosas aguas de la ensoñadora bahía de Sada.
“Aquella lengüeta de agua – me decía- que forma serpenteado canal es la estrechísima ría de la antigua ciudad de Betanzos y en su subida inunda por completo el encantador lago de la Puente Nueva, bajo la cual tiene uno de sus principales asientos el famoso y pintoresco río Mendo que tantas veces ha sido cantado por los brigantinos. Esa pequeña y desierta isla que a estribor tenemos, es la solitaria Peña Brava.
“Entre aquellas deformes y gigantescas montañas que por proa se divisan, está la pequeña e histórica ciudad de Puentedeume.
“Lo que a babor ves, es la derruida fortaleza de Fontán, y cada vez que la veo se me recuerda algo que tú por ahora no puedes comprender …”
¡Oh! Cuantas cosas he visto y oído aquella divina mañana.
Era un calmoso y macilento amanecer.
Altísimos montes elevábanse a ambos lados del río Eume y en sus cúspides, rectos y gigantescos pinares alzábanse desdeñosos y daban un aspecto sombrío y contristador a la infinidad de pequeños pueblecillos que se hallan enclavados a lo largo de la acantilada costa.
Sobre la visible farola del Cabo Prior divisábanse lumínicos reflejos que — desplomaban briosa y precipitadamente sobre las aridosas rocas de la costa, volviendo de nuevo a elevarse presurosas y al chocar unos contra otros, esparcíanse en todas direcciones formando granítico manto de rítmica y cadenciosa lluvia.
Las olas ¡oh! He visto tremendas y bravías olas que formando negras montañas de agua avanzaban con implacable furia y estrellábanse impetuosa y desordenadamente contra la desierta Peña Brava … y a pocos metros de distancia otras olas mostrándose más dóciles y benévolas que sus hermanas, dirigíanse ordenadamente formando azulada serpentina de agua hacia la grandísima plaza de Ares e iban llegando a la blanquecina arena convertidas y en espesa capa de blanca y rizada espuma y al morir: daban una brillante incandescente a las nacaradas conchas y sus reflejos divisábanse en las cristalerías del bajo caserío cual si fuera abigarrado conjunto de multicolores y variados tonos.
La pálida y mortecina luz de la Luna hallábase ya en su postrer suspiro.
Al despedirse la noche y antes de rayar el alba, noté una pequeña oscuridad a la cual aquellos venerables muchachos llamaron el “Momento del Reposo”.
¡Alto! No bogar – dijo el patrón.
Y sin articular una palabra más; descúbrese, pone su cuerpo de frente al ancho mar, eleva sus brazos hacia el firmamento y dice:
“Nuevo día. Ojalá que en este curso que rápido vas tomar, renazcas ya impregnado con aromas de Igualdad.
“Yo te pido que le envíes al avaro, al despótico vanidoso e intransigente: una brisa que piadosa, razonable, justiciera; con la luz de la Verdad los envuelva densamente.
“Y al que sufre, al desvalido, al postergado, yo te pido que le envíes sin tardar, un ambiente y una brisa que c…. estruendosos en sus oídos resuenen sin cesar: como obrero no te humilles, ni vencido te declares; pues te quieren postergar. Lucha siempre y además de rebelarte contra tanta iniquidad, únete a millares de hombres que constantemente luchas para que haya para todos: Tierra… Mar… y Libertad.”
Mientras el patrón dedicaba su momentánea peroración a Natura, los viejos marineros subidos a ambos corre–ores del bote desplegaban sus gorras hacia la inmensidad celestial e incesantes, saludaban con la diestra al nuevo día; y con ademán amenazador, cerrando el puño, señalaban con la siniestra a una militar ciudad: que es asiento de castillos, iglesias, fortalezas, conventos… y otras cosas que no quiero recordar.
¡Oh! Como aquellos marineros gesticulaban a cada palabra que el patrón iba pronunciando.
¡Que horribles muecas!¡Que desdeñosos gestos, y qué ademanes más despreciativos hacían, cuando a la ciudad señalaban!
Niño todavía, no podía acertar a comprender en aquellos momentos lo que sus buenas acciones significaban y, ¿para qué negarlo? Tenía miedo, por mis descoloridas mejillas brotaban gruesas lágrimas, sentíame sobresaltado, lleno de espanto, de terror, sin poder contenerme corrí presuroso a abrazarme con el patrón, que era el único que en aquel instante me inspiraba confianza.
Al desasirme de su cuerpo, ya el nuevo día esparcía su límpida claridad por doquiera.
Los antes tristes y solitarios pinares mostrábanse ya placenteros y arrogantes, ora movíanse en todas direcciones, ora saludando con su verde y rectangular ramaje al rey del día que sobre ellos asomaba su risueña y sonriente faz, cubriéndolos con un radiante manto de magnificente belleza.
Entusiasmado me sentía contemplando las bellas cualidades del diurno Sol, cuando un estruendoso ruído hizo que todos los marineros nos subiéramos al toldillo de popa.
Eras una enorme manada de negros lobos marinos que queriendo ocultarse a la faz del nuevo día, zambullíanse precipitadamente por siniestra, buscando oculta guarida en las profundidades del Océano… y en el mismo instante para por nuestra diestra una alegre bandada de blancas gaviotas cantando algo; y los ecos de sus armónicos trinos semejábanse a una nueva “Alborada Ideal”.
Jesús Martínez










Deixar un comentario