Os conflictos nos peiraos coruñeses polo aforamento do peixe e mailo paro xeral do 12 de febreiro de 1903 coinciden co tempo do Entroido, polo que resultaba imposible que o humor non se cruzara no camiño da loita obreira e a prensa da época rematase por reflectir este feito.
Así, o xornal El Noroeste do 16 de febreiro de 1903, ademáis de dar conta de xeito extenso do conflito obreiro, da liberación dos traballadores presos e do acordo para a retirada das básculas do peixe publicaba a seguinte viñeta:

e o seguinte texto, baixo o título “Crisis Ictiológica”:
CRISIS ICTIOLÓGICA
La huelga de vendedoras de pescado no solamente afecta a las personas, sino a los gatos, habituales consumidores de aquel artículo. Para ellos sobran los escabeches y mayonesas, las vinagretas y demás adobos con que los cocineros amortajan a los peces, y los toman al natural, sin envidiarnos el condimento.
Anteanoche, en un tejado, encontráronse dos gatos. Uno de ellos, perteneciente al género neutro, que abunda entre los de su especie, llámase Pitiflor, y es propiedad de un señor que cobra el cupón, posee tres casas en la calle de San Andrés y dogmatiza todas las noches en la Tertulia.
El otro, gato muy masculino, pertenece a un tal Acraceiras, huelguista profesional, que no cobra cupón ninguno ni tiene casas en ningún sitio, pero que también dogmatiza a diario en varias tabernas muy distinguidas. Se llama este segundo gato Orsini, y es negro cercado.
Decíamos, pues, que se encontraron anteanoche, y después de los maullidos de cortesía comenzaron a hablar sobre la cuestión de subsistencias, como decía enfáticamente Pitiflor.
-Este de la falta de pescado puede acarrear un conflicto. Las clases menesterosas, sobre todo, sentirán la carestía de un modo sensible.
-Xa cho creo, dijo Orsini: eu aínda lambía algunha espiña, pero ahora, chico, nin sombra d’ela. Pero supoño que a ti che pasará o mesmo…
-¡Ja,ja!… Pescado no, creo ¿qué importa? Estos días se aumenta la ración de cordilla. Y hoy comí un trozo de hígado verdaderamente ideal. Y tomo además doble cantidad de leche.
-¿Leite?… Unha cousa branca que sabe moi ben? ¡Muchachiño, que esmorga? exclamó Orsini relamiéndose y poniendo los verdes ojos en blanco.
-¿Y cómo te las arreglas? preguntó Pitiflor.
-Pois xa ves… N’a casa atrápase algunha faragulla de pan. Onte comín unha espiña de bacalao mais dura qu’unha pedra, e gracias que cai algún rato, que senón…
En aquel momento oyose un dulcísimo maullido. Era Pinita, graciosa gata de la vecindad, que está para casarse libremente con Orsini.
Este, al oírla, se despidió de Pitiflor.
-Adiós, chico. Xa darás a proba d’o fígado, eh?
Y sin esperar respuesta se dirigió al encuentro de la gata, que le esperaba al pie de una chimenea.
Pitiflor miró con indiferencia a los enamorados, y se alejó lentamente, con aire de persona aburrida, como cumple a su posición social.
-¡Ese cómeche figado e leite! decía Orsini a Pinita, arrullándola blandamente, y olvidando sus penurias ante la gata de sus pensamientos.
Y añadía:
-Pero o pobre non come outras cousas…
Y es que para todo hay compensación en el mundo.










