O “Motín dos Consumos”, na Coruña, en 1886 (II)

Tralos feitos acontecidos o domingo 5 de setembro que veíamos na anterior entrada: O “Motín dos Consumos”, na Coruña, en 1886 (I), as mobilizacións continúan na cidade, e así continúa o relato que fai La Voz de Galicia, no citado exemplar do 8 de setembro de 1886:

MAÑANA DEL LUNES
Desde las primeras horas, y a consecuencia de una conferencia celebrada a la una y media de la madrugada entre el señor gobernador y el capitán general, salieron algunas fuerzas de caballería e infantería, apostándose en las avenidas de las calle Real, Marina y Riego de Agua.
En la primera y la segunda de dichas calles, veíanse ya algunos grupos de curiosos que salían de mañana con objeto de enterarse en detalle de los sucesos del día anterior.

En la plazuela de la Aduana, y calles laterales del Paseo de Méndez Núñez, fué formándose poco a poco un grupo numerosísimo de chiquillos, mujeres y hombres.
Revistieron los sucesos de ayer a primera hora en algunas calles, carácter cómico a la par que indigno de una población culta.
Por las de la ciudad vieja, iba a las ocho y cuarto de la mañana una turba de muchachuelos que llevaban en andas a otro portador de una escoba y que gritaban: ¡abajo los consumos!¡viva el pueblo! Ni un agente del municipio ni del gobierno estorbaron por largo rato a los manifestantes.

UNA CASILLA AL MAR
La de consumos situada en la Marina, junto al muelle del pescado, fue arrojada a la bahía y el mismo camino llevó una talega de calderilla que estaba dentro de ella. Esta quedó en seco, y al bajar la marea fue deshecha a pedradas en la tarde de anteayer por algunos muchachos.

EN EL AYUNTAMIENTO
No se libró la casa consistorial de las iras de los amotinados. Allá se fueron serían las diez de la mañana proximamente y apedrearon los balcones y puertas de la referida casa.
Mientras esto ocurría hallábanse celebrando sesión ocho concejales tan solo. El resto de los que componen la citada corporación no tuvieron por conveniente asistir en aquellos momentos en que la salud del pueblo exigía su presencia en la sesión. Pasados que sean estos días, pues no es nuestro ánimo poner en estos momentos a nadie en evidencia, publicaremos los nombres de aquellos valientes, que solicitan puestos en la corporación popular para dejar abandonados en circunstancias críticas los intereses del pueblo que los sufr
e.
En esta sesión se acordó autorizar al alcalde para que adoptasen las medidas más oportunas y conducentes a la terminación de los dolorosos sucesos que venían desarrollándose desde la mañana del domingo.
Algunas fuerzas que llegaron a la casa consistorial dispersaron a los amotinados.
La Plaza de María Pita, fue inmediatamente evacuada.
En la plaza de Abastos habían levantado sus puestos las vendedoras.

EN LA MARINA
Los grupos formados en la plazuela de la Aduana fueron tomando grandes proporciones.
El malecón y los tinglados que hay frente de la Aduana veíanse por completo atestados de gente.
Continuaba la pedrea y la resistencia de los grupos para disolverse, dando lugar a que concurriesen a aquel punto todas las fuerzas de caballería, parte de infantería y cazadores de Reus. Situada una sección de caballería en la entrada de la travesía de la Marina, y otra frente al gobierno civil, el resto de la fuerza de dicha arma cargó sobre la muchedumbre, haciendo también algunos disparos, de los que resultó herido de un balazo en el antebrazo derecho y el vientre un individuo llamado José Vidal Otero.

La fuerza de cazadores también cargó sobre otro grupo, hiriendo de un bayonetazo en la sien izquierda y parte superior de la cabeza a otro sujeto que se llama Juan Carrol. Este individuo resultó además con varias contusiones.
El estado del primero a la hora en que escribimos estas líneas, era gravísimo.

En esta refriega fue herida además una mujer llamada Juana Varela, de un culatazo en la cabeza. Y decíase que algunos otros sujetos fueron heridos también; pero esto último no hemos podido comprobarlo.
A un grupo que estaban a la entrada del muelle de hierro, dió una carga una sección de infantería, llegando perseguidos y perseguidores hasta el extremos del espigón.
Algunos de los primeros viendo que iban a ser cogidos, se tiraron del muelle cayendo varios en unas gabarras que estaban atracadas, y otros al mar.

Así continuó todo, hasta las doce de la mañana. A esa hora los grupos se dispersaron, quedando solo alguno que otro, compuesto por más de media docena de personas.
Las tropas, sin embargo, continuaron situadas en los mismos puntos, recorriendo algunas secciones de caballería, la calle real y Marina. Dos soldados y un cabo, de dicha arma, resultaron contusos. Uno a consecuencia de una pedrada, los otros dos por haberse caído de los caballos y cojerlos debajo.

EN LAS AFUERAS
Antes de las doce de la mañana de ayer dirigiéronse varios grupos, armados de estacas y conduciendo latas de petróleo al barrio de Santa Lucía. Frente a la fuente de este barrio hay una casilla de consumos que fue despedazada y arrancados los hierros en que estaba empotrada.
Los despojos de esta casilla se destribuyeron(sic) entre los alborotadores.
Inmediatamente se fueron al Fielato del ferrocarril situado en la casa que une las dos carreteras, y tales destrozos ocasionaron en ella que los vecinos del principal dieron gritos de socorro y sacaron lso muebles de las habitaciones temiendo prendiesen fuego al piso bajo. En este no dejaron ni un papel, ni un mueble, ni siquiera la cocina cuya piedra fue arrancada y transportada a la calle. Formaron una pila con todos los objetos sustraídos a la que añadieron las puertas, ventanas y tablas del piso, y rociándolo todo con petróleo hicieron una hoguera que aún de noche tenía combustible. Rompieron las divisiones interiores de este Fielato y lo dejaron, en resumen, completamente desmantelado.
Apoderáronse seguidamente de la casilla que hay en la cuesta de la estación y la arrojaron a la hondonada.

Rociaron con petróleo la casilla de la Gaiteira que está cerca del puente y la quemaron.
Lo propio hicieron con la casilla de Nelle, situada cerca de Vioño.
Siguieron de allí a Santa Margarita por el camino vecinal y quemaron la casilla de aquel punto. Trasladáronse de allí a Riazor en donde quemaron todas las casillas que existen en es punto. Y llegaron a la Puerta de la Torre de Arriba donde se halla el fielato quizá más importante de la población, por que a su vera hay grandes depósitos de espíritu y otros artículos. Dirigiéronse al almacén de Vega y Veiga y echaron petróleo en sus puertas con ánimo de prender fuego, cosa que no ejecutaron por que corrió la voz de que los bocoyes almacenados eran de los comerciantes y no de los arrendatarios de consumos; pero en cambio cebáronse los amotinados en la casilla próxima al fielato que fue quemada con toda la solemnnidad empleada en los anteriores actos.

Fuéronse por la calle de Juana de Vega hasta la batería de salvas, donde había una gran caseta destinada a pasar lista a los agentes de consumos. Al lado de ella había un chiribitil donde trabajaba un infeliz zapatero. Las turbas derribaron a hachazos las puertas de la caseta, y con la última lata de petróleo que llevaban regaron el maderamen y pudieron fuego que se convirtió por lo grande de la casilla, en incendio imponente. Como las llamas iban a devorar también la propiedad del zapatero, compadeciéronse de los perjuicios que irrogaban al obrero y sacaron el material del interior de la caseta.
Pasaron luego a la plaza de Orense donde está la casilla nombrada contra-registro, y la cual ha sido siempre odiosa para los vecinos de Garás y allí se escedieron en su furia. No pudieron quemarla por que ya no tenían petróleo, pero la despedazaron y la arrojaron al mar.
Ya no había más casillas que destruir y los grupos necesitaban todavía algo para saciar sus destructoras ansias, y la emprendieron con los faroles que hay desde la calle de Juana de Vega hasta la Estación no dejando ni uno solo, y arrancando las boquillas para que no pudieran alumbrar en la noche de ayer.
Estos grupos se disolvieron a instancias de los oficiales de caballería encargados de las secciones que recorrían las afueras de la población. Todos los individuos que habían cooperado a la destrucción de las casillas tenían ayer marcado en las manos y en la frente el sello de la administración de consumos que habían arrebatado del fielato de la estación.
Entre tanto tenían lugar los desmanes relatados, se reconcentró en la Marina la fuerza de carabineros que prestaba servicio en Garás y Santa Lucía, y dícese que esto dió lugar al desembarco de mercancías e introducción de otras por tierra.

A las cuatro de la tarde se disolvieron por completo los grupos que durante toda la mañana había en las inmediaciones del pueblo, más por virtud de la lluvia que por la presencia de caballería, Guardia civil e Infantería destacadas por Riazor, Santa Margarita y Monelos. Estas fuerzas continúan en las cercanías en previsión de desgraciados sucesos que se temía ocurriesen en la noche de ayer.
Al anochecer dió la caballería algunas cargas a varios amotinados que se hallaban en la carretera de Monelos.

… MANGAS VERDES
La autoridad civil publicó a las doce y media de la mañana el siguiente bando:

También la autoridad local mandó distribuir por la tarde entre los habitantes de esta ciudad la siguiente alocución:

OTROS DETALLES.
Lo único notable que ocurrió después de las dos de la tarde en el casco de la población, fué un encuentro entre los soldados de infantería de Murcia y algunos amotinados, en la calle del Orzán.
Ocho soldados salieron levemente heridos de las pedradas que les dispararon los paisanos. Estos no sufrieron el más insignificante daño.
Los comercios estuvieron cerrados todos el día de ayer.

SANTO Y SEÑA
Los amotinados, cual si una persona inteligente en estas lides los hubiese amaestrado anteriormente, tenían santo y seña que nosotros oímos claramente en algunas calles a las turbas de Monelos que se entretuvieron en romper cuantos faroles hallaron al paso.
Cuando una bandada oía tras de sí pasos, para cerciorarse si eran de tropa que fuese en su seguimiento daba una voz diciendo “¡Cuadrilla!”, a lo que contestaban los que se iban acercando “¡Unión!”
Esto hace pensar a algunos que es muy cierto el rumor de que venía preparándose y organizándose desde hace ya días la asonada.

EN ESTADO DE GUERRA
A las continuadas escenas entre los amotinados y la tropa, y a la circunstancia de haber declinado el mando, por orden superior, la autoridad civil en la militar, fue declarado el estado de guerra, y leída la ley marcial con los requisitos de ordenanza en las calles y plazas de la población.
En las esquinas se fijó el siguiente bando:

Temiendo que fuesen ciertos los rumores propalados, relativos a que los amotinados intentaban cortar las cañerías del agua, las del gas y los hilos telegráficos, salieron fuerzas de caballería a recorrer los lugares de San Pedro de Visma, Elviña, Vioño, la Silva y San Cristobal, regresando dichas fuerzas sin haber encontrado grupo alguno.
Por la noche fueron presos varios mozos que quemaron el bando del capitán general frente al gobierno civil.
A la hora en que terminamos estas líneas, una de la madrugada, está la ciudad completamente tranquila.

Declarado el estado de guerra, altas razones que no se escaparán a la penetración de nuestros lectores nos impiden hacer todas las consideraciones y comentarios que nos sugieren estos acontecimientos. No renunciamos ni mucho menos a hacer aquellos comentarios e indicaciones, sino que únicamente los remitimos para el momento en que desaparezcan las causas que hoy nos lo impiden; que creemos que será muy en breve por que confiamos en absoluto en la sensatez de nuestros convecinos revelada una vez más en los desgraciados sucesos de ayer y anteayer.
En el fondo de todas estas cosas hay grandes escándalos que descubrir y grandes censuras que formular.
Unos y otras tendrán en nuestras columnas todas la extensión que se merecen.



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