Como veíamos na entrada anterior “A Folga de 1901 no “Suplemento a La Revista Blanca (I)“, os traballadores coruñeses remiten, o 26 de xuño de 1901, un telegrama á publicación solicitando solidariedade ante o brutal ataque sufrido e a persecución que o continuou.
No exemplar de 6 de xullo de 1901, a publicación incorpora á súa cabeceira os lemas “LOS SUCESOS DE LA CORUÑA. ¡VIVA LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL OBRERA!“, e recolle ao longo das súas páxinas os seguintes contidos relativos aos sucesos do mes de maio na Coruña e o movemento de protesta e solidariedade que estaba a xurdir:
Con más interés que nunca reclaman nuestro apoyo y publicidad los sucesos de La Coruña, sobre los cuales deben fijar la atención los obreros de España.
A estas horas los obreros presos en la capital gallega son cerca de 100, entre ellos los presidentes de todas las sociedades obreras, y en calidad de tal (queremos suponerlo así para descargo del policía corresponsal de El Socialista), nuestro compañero Sanjurjo, denunciado por aquel miserable sujeto, como uno de los más acérrimos defensores de la huelga general y furibundo anarquista.
Para que la opinión no se extravíe, ya que reclamamos su apoyo en la acción y agitación que vamos á proponer, repetiremos, concretándolo, lo acaecido en La Coruña.
El día 30 de Mayo, declarada la huelga de los empleados en los consumos, un grupo compuesto de hombres, mujeres y niños, recorrieron los fielatos, para pedir á los esquirols que secundaran la huelga, y al llegar el grupo al fielato conocido con el nombre de «Caballero», la guardia civil le impidió el paso.
Los del grupo, ante esta interrupción, silbaron; algunos niños arrojaron piedras á la fuerza, y ésta, siempre valiente, benemérita y heroica, sin hacer las señales de ordenanza, ni haberse decretado el estado de guerra, descargó sus maüssers sobre la multitud indefensa, matando á un hombre é hiriendo á varias personas, la mayoría mujeres y niños. Al conocer los obreros coruñeses agresión tan cobarde é injustificada, acordaron la huelga general por tres días, y al siguiente, de regreso del cementerio, á donde habían ido á acompañar el cadáver del huelguista asesinado por la guardia civil, ésta volvió á descargar las armas, que en Cuba se trocaron en cañas, contra el pueblo que llenaba las calles, porque la concurrencia al entierro fué de 6.000 personas, y esto lo hizo la guardia civil sin aviso previo, sólo porque habían sido suspendidas las garantías constitucionales y el bando fijado un cuarto de hora antes decía que los grupos serían disueltos por la fuerza; pero decía también que lo serían á las dos horas de estar fijado. Los obreros defendieron sus vidas como pudieron, ya que se veían acorralados como ovejas por lobos hambrientos de carne; y en esta lucha tan desigual hicieron uso de los revólvers los pocos que lo llevaban… ¡Lástima que no hubiesen dispuesto de máquinas infernales capaces para destruir aquella manada de fieras que se cebaba en ellos cobardemente, puesto que lo hacían con impunidad, porque los revólvers de los obreros no llegaban donde estaba la siempre valiente y heroica guardia civil. Porque suponemos que el hecho de llevar un uniforme cualquiera no significa impunidad para cometer cualquier crimen, y que desde el rey abajo no hay persona respetable si comete una villanía. Ante la agresión cobarde, brutal, ¿qué menos podían hacer los obreros que defender sus vidas con las uñas, si no disponían de otra cosa para defenderse? Pues porque no se dejaron asesinar sin resistencia por aquellos valientes con tricornio, se les detuvo y procesó por ataque á la fuerza armada, que es lo mismo que si los lobos procesasen á los corderos porque se arremolinan á su vista, único medio que tienen de defenderse.
Cumplidos los días señalados para volver al trabajo, los obreros acudieron á los talleres, con la promesa, por parte de la autoridad militar, de que los ocho trabajadores que habían sido detenidos serían puestos en libertad tan pronto la situación se normalizase, y no tan sólo esta palabra de caballero español, hidalgo y otras hierbas, no se cumplió, sino que las detenciones aumentaron diariamente, y los mismos jueces militares que al principio decían á sus amistades que la cosa no pasaría á mayores, dijeron después que el asunto se ponía negro por ingerencia extrañas que desde Madrid y de la misma Coruña influían en sentido que se extremase el rigor contra los detenidos.
En plata: que la burguesía coruñesa, tomando por instrumento al patricio Weyler, siempre tan pundonoroso, arrojado y clemente, como todo héroe, quería hacer un escarmiento. Ya en la pendiente de la arbitrariedad y de la injusticia, los jueces militares decretaron la detención de obreros acusados de haber promovido delitos en huelgas desarrolladas en años anteriores, sin que en su desarrollo se hubiesen suspendido las garantías constitucionales ni iniciado proceso alguno.
En los momentos actuales, bien claros se ven los propósitos de la burguesía y de sus auxiliares. Son estos: atemorizar á los obreros gallegos llevando al presidio á unos cuantos y entregando á los restantes al poder burgués diezmados y atados de pies y manos.
¿Logrará sus propósitos la burguesía? Mucho lo dudamos, sobre todo en lo que se refiere á concluir con el espíritu emancipador de los trabajadores.
En Barcelona se les atormentó, se les asesinó, se les hizo sufrir toda clase de penalidades y privaciones, y hoy en Barcelona el ánimo del obrero en general y el del libertario en particular, es más potente que nunca; lo mismo ocurrirá en La Coruña.
Pero es preciso evitar que ningún obrero coruñés vaya á presidio por el hecho de defender sus vidas contra fieras que por ir armadas hasta los dientes y por no disponer de armas de defensa los contrarios, ningún daño recibieron, y es necesario hacer por los trabajadores gallegos lo que se hizo y se viene haciendo por los obreros catalanes: crear agitación, pedir apoyo y solidaridad á todos los hombres y periódicos de bien del mundo entero.
¡Obreros españoles, libertarios españoles: la justicia, la solidaridad y hasta la gratitud, os llama en ayuda de los obreros coruñeses! Ellos fueron los que organizaron el primer acto público que se celebró en España en pro de los condenados en Montjuich; ellos fueron los que recaudaron más de 1.000 pesetas para emprender una excursión de propaganda á favor de los campesinos condenados en Jerez; ellos fueron los que tenían proyectado declararse un día en huelga general, en protesta de las detenciones realizadas en Barcelona con motivo de la huelga y del complot anarquista preparado por Tressols y compañía. Es preciso, pues, que el obrero español corresponda á esta abnegación, á este hermoso sentimiento de compañerismo haciendo por ellos, ahora que lo necesitan, lo que ellos hicieron por los demás. Es menester que todos los obreros de España protesten en términos más ó menos eficaces, enérgicos y contundentes, según la fuerza de cada localidad, de los atropellos que se han cometido y cometen en perjuicio de nuestros hermanos de La Coruña, que tan noble y valientemente se llevaron á favor de los obreros españoles, víctimas, como ellos, de la arbitrariedad gubernamental y burguesa, cosa que reclaman los mismos interesados en los siguientes documentos, que no pudimos publicar en el número pasado, por haber llegado tarde á nuestro poder.
Neste mesmo exemplar de 6 de xullo de 1901, atopamos o chamado dos traballadores coruñeses á solidariedade e á protesta:
LLAMAMIENTO
Á LAS SOCIEDADES OBRERAS, Á LA PRENSA HONRADA Y A TODOS LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD
EN GENERAL
Salud.
Los sucesos ocurridos en La Coruña los días 30 y 31 del próximo pasado, de todos son conocidos. Nadie ignora que el pueblo fué ametrallado en las calles, y que ocho ciudadanos, entre los cuales había tres mujeres, han sido asesinados y más de cincuenta heridos, algunos de los cuales con amputaciones de brazos y piernas.
Tampoco el que se promulgó la ley marcial y que aún continúa en vigor, á ciencia y paciencia de todos, y que se incoan por la autoridad militar varios procesos, con motivo de los cuales hay presos ochenta y cinco hombres.
Lo qee sí se ignora es de qee hemos sido engañados los obreros con la promesa del levantamiento del estado de sitio tan pronto como normalizáramos la vida del trabajo, cesando en el paro general. Nos hemos apresurado á hacerlo en bien de los compañeros presos y de nuestras sociedades, pero de nada nos sirvió: fuimos engañados; van veinte días que la normalidad es completa, y el estado de guerra continúa con desesperante escarnio de la formalidad en la palabra empeñada; los presos aumentaron escandalosamente y las sociedades fueron suspendidas; fué un lazo tendido en toda regla.
Lo que no se sabe tampoco es que hay el propósito de «hacer un ejemplar escarmiento», enviando al presidio á varios de los detenidos. Quiere decirse que, después de acometidos á balazos en las calles como si fuéramos fieras, se nos quiere colocar el Inri. Es lo que nos faltaba.
¿Y todo á título de qué? ¿De qué se nos quiere «escarmentar», qué es lo que hemos hecho? Si todo estaba en calma, sin siquiera una demostración, un signo de alteración de orden, y sólo pacíficamente habíamos dejado el trabajo diario, ¿qué motivo, qué pretexto se invoca para tales medidas? Y aunque hubiera base legal para formar proceso y hacer prisiones, que no la hay, ¿no sería ella originada antes de la ley marcial, y por lo tanto los tribunales ordinarios llamados á entender en el asunto, ó por lo menos calificar y penar los delitos (?) con arreglo á sus leyes y no á las de guerra? ¿No hay aquí una transgresión de las mismas y una usurpación de funciones en perjuicio de muchos ciudadanos?
El mismo bando que pregonaba la ley marcial, advertía, como es de ley, que surtiría efectos después de dos horas de promulgada. Pues bien; la última acometida de la gnardia civil comenzó al tiempo que aquél se fijaba en las esquinas, y dos horas después, ó sea á la terminación del plazo prefijado, todo había terminado hacía media hora; ya no había en las calles paisanos y sí militares distribuidos en pequeños grupos y en ala, cubriéndolos como en la procesión del Corpus.
Ahora bien; á las entidades y á los hombres á quienes nos dirigimos toca evitar que sobre los crímenes perpetrados se hagan otros con condenas injustas, para quienes ya ni siquiera debieran prenderse. ¡Bastan los que hizo la guardia civil! ¡Que no se hagan más, ó la desesperación invadirá todo nuestro ser, y ¡quién sabe lo que sucederá!
Pedimos campaña de mitins á las sociedades obreras de las poblaciones de España que no estén, como estamos nosotros, amordazadas y sujetas al férreo dogal de las leyes de guerra, especialmente de las grandes capitales, en que por razón al número ejerzan mayor influencia en el pueblo; pero mitins de resonancia, mitins de verdad, que hagan opinión, que creen atmósfera, y con ella impidan la consumación de los nuevos crímenes que se preparan; y pronto, con urgencia, que los consejos de guerra se celebraron ya. Y á la prensa honrada encarecemos su valiosísimo concurso con el indicado fin; una campaña en sus columnas sería tan eficaz y tan útil como humana. ¡Que no se añadan nuevos crímenes, que bastantes hubo ya!
¡Pueblo español! No te hagas cómplice con tu silencio de las desdichas que nos amenazan. ¡Levántate! Oye la voz de los que sufren en forzado silencio, en impotente y forzosa quietud las amarguras que les produce la amenaza del castigo de sus compañeros presos por delitos que no cometieron. Anda pronto, que el tiempo apremia. No pudimos llamarte antes porque no tuvimos noticias fidedignas del «castigo» que se prepara hasta ahora, pero si andas presto, llegarás á tiempo para impedirlo.
¡Animo que lo conseguirás! — Los obreros de La Coruña.
A pesar do estado de guerra e a intervención militar das comunicacións e a suspensión de dereitos, liberdades e garantías constitucionais que supoñía esa situación, o corresponsal na Coruña da Revista Blanca continuaba a facer chegar as súas correspondencias e a publicación recibía tamén novas da cidade por correspondencia particular:
Reproducimos además de una correspondencia particular que hemos recibido de aquella población:
«Hay en la actualidad en las prisiones militares más de 70 detenidos. Nueve de ellos están ya separados en un calabozo para sacrificarlos al presidio, ó donde los caciques de este pueblo, protegidos por el gobierno, les dé la gana. Estamos por ahora á merced de un sargento y un cabo de la guardia civil, autorizados para detener por anarqnistas y complicarlos en los sucesos, á todos aquellos individuos que les venga en gana. Por órdenes superiores se ha extremado la vigilancia de los presos. Los heridos que se hallan en el hospital civil son trasladados en el coche celular y escoltados por soldados al hospital militar, y sí alguno se restablece, pasa inmediatamente á la prisión. Mañana martes será la vista del primer consejo de guerra, para juzgar á las víctimas del día 30; éstos se hallan incomunicados en el calabozo. Mañana también irán á declarar ante el juzgado de instrucción todos los presidentes de las sociedades de resistencia. Se dice si algunos de ellos quedarán detenidos. Las sociedades todas continúan clausuradas.
Esta es, en síntesis, la situación actual de La Coruña, en lo que se refiere á los trabajadores; y yo entiendo que lo que hace falta es establecer una acción común en la prensa, llamando á la solidaridad internacional.
Lo qus aquí se pretende es salvar la responsabilidad y el honor de la benemérita, sacrificando más víctimas inocentes después de haber asesinado al pueblo indefenso.
N. B.—Se me olvidaba deciros que el teniente Vázquez, de la guardia civil, autor de la fazaña, ha sido recomendado al ministro de la Guerra para su ascenso por heroico y valor reconocido.— Vale.»
Logo do relatorio dos feitos e da situación que estaba a vivir nesas datas o movemento obreiro coruñés, a Revista Blanca insiste no chamado ao apoio e á Solidariedade:
Como veis, obreros españoles y prensa honrada, hemos de acudir con presteza en ayuda de las víctimas de La Coruña. Si España desaparece del mundo de las naciones independientes, será por los horrores y errores de sus gobernantes, que sólo atentos al acta de Cabra ó á algún otro acontecimiento por el estilo, deja que se realicen las mayores infamias, y que el país se destruya por las luchas religiosas y los enconos sociales, avivados por la injusticia y el atropello de los que se creen inviolables porque tienen un mauser en la mano, ó porque disponen de muchos mausers.
¡Viva la solidaridad y el apoyo mutuo de los trabajadores del mundo!
¡Obreros españoles: á pedir la libertad de los obreros coruñeses, á exigirla si tenemos fuerza para ello! ¡Todo su delito consiste en no haberse dejado asesinar sin intentar defenderse!
Ese chamado á Solidariedade, queda reflectido na seguinte comunicación que publica o Suplemento a la Revista Blanca no mesmo exemplar de 6 de xullo de 1901, polo que coñecemos a activación dos mecanismos de solidariedade a través da Internacional e da Federación Regional de Trabajadores de España:
SOLIDARIDAD INTERNACIONAL
A todos los grupos de solidaridad internacional de España y del extranjero.
Salud.
Los obreros de La Coruña fueron asesinados hace pocos dias, y ahora algunos corren el peligro de acabar sus vidas en presidio. Entre éstos hay compañeros, y aunque no los hubiera sería preciso acudir en ayuda de aquéllas víctimas del poder con toda clase de armas y de medios. No hace falta decir más, revolucionarios del mundo.
La Comisión de Madrid.
LA OFICINA REGIONAL
A las Sociedades de resistencia que componen la Federación de España,
Compañeros: salud y unión.
Habiendo recibido esta Oficina una carta de los obreros de La Coruña, pidiendo solidaridad en su favor y la celebración de mitins de protesta contra los atropellos de que fueron y son víctimas, de los cuales ya estarán enterados los obreros españoles; y estímando nosotros que de lo que se trata es de dar un golpe mortal a la asociación, desde el momento que han sido cerradas las Sociedades de obreros y detenido sus presidentes, recomendamos á las colectividades que componen la Federación Regional que celebren mitins de protesta contra las persecuciones de que son víctimas los obreros coruñeses, y de solidaridad a favor de trabajadores que tan dignos son del apoyo de todos los obreros de España, y que dichos mitins se celebren con la adhesión y el apoyo de los demás trabajadores, aunque no pertenezcan á esta Federación, donde esto sea posible y donde no lo sea con el apoyo de las colectividades federadas únicamente.
Son los representantes de una clase que atropellan á individuos de la nuestra, y hemos de correr en su auxilio sin demora ni pretexto. Va en ello la justicia y nuestra existencia como colectividades.
Aprovechamos esta ocasión para recordar á las Sociedades adheridas á La Federación Española que, según los Estatutos aprobados en el anterior congreso, antes de dos meses de la celebración del próximo, y ha de celebrarse en Septiembre, han de elegir el punto donde debe tener lugar, ínterin nosotros redactamos la convocatoria y le recordamos además la conveniencia de que se vayan estudiando los temas que se proponen presentar á discusión.
Unión y Solidaridad.
La Oficina Regional,
Barcelona, Julio, 1901.
O propio director da Revista Blanca, o coñecido e prestixioso Juan Montseny, dirixe aos traballadores coruñeses privados de liberdade unha carta aberta, publicada no Suplemento a la Revista Blanca, no exemplar do 6 de xullo de 1901:
CARTA ABIERTA
Para los compañeros presos en La Coruña.
Queridos amigos: Bien sé yo qus sufriríais sin queja las persecuciones de que sois víctimas sí hubiéseis dado razón para ello. Sois de los que no creen en las fiestas de carácter socialista, sino en las guerras de carácter social, y no habría de sorprenderos ser victimas de tamaña lucha, sabiendo, como sabéis, que eso de ser libertario no es cosa de coser y cantar, y que tiene sus quiebras como las tiene el oficio de tirano. En fin, si hubieseis hecho frente á la fuerza armada, no en defensa propia y obligados por el instinto de la vida, sino en defensa de nuestros caros ideales, sufriríais con la resignación del vencido y orgullosos de vuestra obra, las peripecias de la revolución social que ahora empieza en las sociedades modernas; pero sois victimas inocentes que no habéis intentado emanciparos con las armas en la mano del yugo económico y político que nos oprime, que sólo quisisteis protestar con la huelga general, acompañados de los demás trabajadores, de los asesinatos cometidos por los que no conocen otra razón que el palo, cuando el palo está de su parte, y protestáis airados de semejantes atropellos.
Comprendo vuestro estado de ánimo, y lo lamento; comprendo que sufrís la pena de veros presos sin haber hecho nada, cuando quisierais estarlo por haber hecho mucho. Pero en todas las situaciones de la vida se puede servir al ideal, y hasta hacer algo para merecer, ó á la menos intentar merecer, los rigores que uno sufre para servirlo.
Recuerdo mi estancia en Montjuich y en las prisiones militares y civiles de Barcelona. Por nuestra conducta, seriedad y tranquilidad de espíritu, nos hicimos querer de nuestros propios guardianes, y puedo deciros que al dejar la cárcel militar por la civil de Barcelona, el comandante, Sr. Alzamora, jefe de la última, lloraba á lágrima viva. En Montjuich, por las mismas circunstancias, obtuvimos la simpatía y el apoyo de la oficialidad y clase de tropa, sin el cual no hubiese sido posible que nuestro eco, pidiendo justicia, se hubiese oido desde le extranjero. Pues si restar fuerzas tan valiosas a la burguesía; si restárselas a la sociedad presente, basada en el privilegio y en la injusticia; si debilitar la fe de los creyentes en el capital, en la autoridad y en la religión que los ampara y defiende, es merecer los rigores de que los poderes nos hacen víctimas, haced vosotros lo que hicieron los presos de Montjuich, y podréis estar tranquilos entre rejas, proque estaréis en vuestro elemento.
Ahora mismo en esta redacción se acaba de recibir una carta del Ferrol, que, entre otras cosas que no vienen a cuento, dice: “Al mismo tiempo pongo en vuestro conocimiento que la prisión de nuestros compañeros de Barcelona ha sido una hermosa obra de propaganda de nuestros carísimos ideales, y esto os lo digo por el efecto que nos ha producido ver que la mayoría de los marinos del Pelayo que han desembarcado en ésta, donde tienen amigos, no hacen más que alabar el carácter sereno y bondadoso de los que estuvieron detenidos en aquel barco, casi de guerra. Cuenta la tripulación del Pelayo, y se lo cuenta a todo el mundo, que desde el simple soldado al oficial, estaban encantados de la dignidad y entereza de los presos, y lo primero que han hecho al poner pie en tierra, ha sido indagar si aquí hay anarquistas para relacionarse con ellos y pedirles libros que les expliquen el ideal que tales caracteres forma.”
Ya véis, pues, compañeros de La Coruña, si podéis ser dignos de los rigores y de las injusticias de que sois víctimas. Conque os mostréis serenos, dignos, nobles, bondadosos; conque os mostréis con el valor y la virtud moral de los convencidos, lograréis lo que lograron vuestros amigos de Cataluña, y debilitaréis al enemigo en su propia casa, y con sus mismo medios de represión y tiranía.
Así podréis creer que estáis presos por algo, y que las injusticias que pesan sobre vosotros sirven para anticipar el día de las grandes reivindicaciones sociales, porque nosotros aprovecharemos vuestras penas y vuestra condición de víctimas inmoladas al dios privilegio, para agitar los ánimos y ganar las voluntades; y de una obra regresiva, haremos una obra progresiva; de una labor reaccionaria, surgirá labor revolucionaria; de la represión para matar nuestro ideal, sacaremos argumentos y elementos para propagarlo y acrecentarlo, como sucedió con el proceso de Montjuich.
Buen ánimo y mejor salud, os desea
J. Montseny
Ademáis dos artigos propios e as correspondencias recibidas, o Suplemento de La Revista Blanca bota man tamén de novas e informacións tiradas da prensa burguesa, e colaboran na difusión nos medios de prensa madrileños da situación dos traballadores coruñeses, como explica no seguinte contido, publicado no exemplar de 6 de xullo de 1901:
La prensa y los sucesos de La Coruña
El jueves de la semana pasada se recibieron en Madrid tres escritos de los obreros de La Coruña, con encargo de que se entregasen á otros tantos diarios de la capital de España. Estos eran El Liberal, El País y el Heraldo de Madrid. En carta particular decían aquellos trabajadores que no mandaban copia del escrito para El Imparcial, porque parte de lo que les ocurre se debe al corresponsal que el diario madrileño envió á la capital gallega, el cual, según los obreros de La Coruna, recibió dinero del sindicato burgués en fundación, para que escribiera contra los obreros, desfigurando los hechos.
Nosotros, no dando crédito á esa PERIODICALLA, y deseosos de que el grito de alarma dado por los obreros de La Coruña encontrase mucho apoyo, sacamos una copia más del documento con destino á El Imparcial, y acompañados por una comisión de obreros, nos dirigimos á las redacciones del Heraldo, El Liberal, El Imparcial, y El País. El escrito de los obreros de La Coruña pedía á la prensa de gran circulación que se ocupara de las infamias que con ellos se cometen para ver si podían evitarlas. Fuimos primero al Heraldo; no había nadie en la redacción; dejamos, sin embargo, el escrito y una tarjeta de visita, que ya llevábamos preparada, pidiendo hablar con el director ó con un redactor que lo representase. En los demás periódicos se nos recibió, y encarecimos al redactor que tuvo la alta honra de recibirnos que se ocupasen del asunto que nos traía allí, para nosotros más importante, mucho más importante que el acta de Cabra que ha merecido tantas columnas de prosa, puesto que de lo nuestro dependía la libertad de varios obreros y del acta de Cabra no depende más que el prestigio del cacicato. La excursión por las redacciones de los diarios de Madrid dió este resultado: El Heraldo y El Imparcial, nada dijeron. El Liberal se ocupó del asunto en pocas palabras, pero bastante substanciosas.
Helas aquí:
“El estado de guerra en La Coruña.
No se explica satisfactoriamente que continúen suspendidoas en La Coruña los derechos constitucionales, visto que la población ha recobrado por completo la tranquilidad desde hace tres semanas, y los trabajadores han vuelto a sus tareas.
En cartas que recibimos de aquella capital se nos dice, y el periódico La Mañana lo confirma, que se están realizando detenciones, a pretexto de suscesos acaecidos mucho antes del 30 y 31 del pasado, y que ninguna relación tienen con éstos, pues que se trata de huelgas antiguas.
Así se comprende que, siendo ocho los obreros detenidos a raíz de los acontedimiento últimos, asiendan en estos momentos a 72.
Creeríase que se pretende reproducir en La Coruña los horrores de Montjuich.
Y por si algo faltase para la semejanza, dícesenos que existe el propósito de enviar a presidio a varios de los presos.
Abiertas como están las Cortes y a punto de constituirse las Cámaras, confiamos en que no faltará algún diputado que pida al gobierno explicaciones sobre estos hechos que se nos denuncian.”
El País dedicó un artículo a los sucesos de La Coruña, del que sacamos los párrafos que van a continuación:
“Así ahora no ha bastado con la sumisión de los obreros antes los horribles crímenes gubernamentales de La Coruña, donde las balas compradas para defensa de la patria fueron a buscar en sus hogares a los indefensos ciudadanos, y las autoridades de aquella provincia, faltando descaradamente a palabras empeñadas con toda solemnidad, pretenden ahora perpetuar aquellos crímenes, dándoles como secuela otros tan horrendos como ellos, si no más aún.
Nada basta a calmar la inquina de los caciques gallegos contra los trabajadores que desde hace muchos años luchan dignamente por su dignidad y por su vida, y las autoridades y el gobierno vendidos al caciquismo más repugnante, pretenden ahora, con motivo de un proceso por rebelión, husmear cómo y por qué se hicieron hace ocho años unas huelgas y encarcelar con pretexto de ellas a cuantos obreros estorban a los fabricantes coruñeses empeñados en explotar a mansalva a los más desdichados.
Nadie olvidó aún, que si la huelga general terminó en Coruña, y si los obreros volvieron al trabajo, fue sólo porque el capitán general dió palabra de levantar el estado de sitio en cuanto así lo hicieran, y eso, no obstante, aún sigue La Coruña en estado de guerra y se aprovecha ese estado excepcional para someter a consejos de guerra ilegalmente constituídos a supuestos delincuentes por supuestos delitos que, aún siendo ciertos, como anteriores a la declaración del estado de sitio, sólo competen a los tribunales civiles.”
Así, pues, sólo El Liberal y El País se han ocupado de un problema que puede llevar a varios obreros al presidio por el delito de no dejarse asesinar sin protesta.
Contamos, sin embargo, con fuerzas para levantar la opinión y la levantaremos.
A corresponsalía do Suplemento a La Revista Blanca publica nese mesmo exemplar de 6 de xullo de 1901, a seguinte nota recibida da cidade herculina, pero recollendo tamén contidos de El Noroeste, xornal coruñés:
La Coruña.- Los sucesos se precipitan con rapidez asombrosa. Parece que después de haberse realizado las últimas detenciones, se ha cambiado de parecer y se intenta diezmar a todo elemento obrero que se haya distinguido en pro de la causa proletaria. Hay 85 presos, entre ellos los presidentes de las sociedades obreras, citados a declarar y reducidos a prisión después. Al huelguista Venancio González Estrada, se le condenó ayer a veinte años de presidio. Para que se vea la justicia de esta sentencia, y para que los obreros de España vean si es necesario acudir en nuestra ayuda, incluyo el relato que del Consejo de guerra hace El Noroeste de ésta, diario burgués:
“Dice el defensor que después de haber estudiado detenidamente el sumario, no ha encontrado un solo dato que pueda servir de base para fallar con la conciencia tranquila, y que pueda señalar al autor de la agresión a la fuerza armada, delito que se persigue en este proceso”
Hace presente que, en la declaración prestada por Venancio González, éste manifiesta que el día 31 de Mayo había ido al cementerio, acompañando el cadáver del consumero Mauro Sánchez, muerto el día anterior en el puente de Monelos, volviendo desde allí a la calle de San Andrés, donde estuvo hablando con su hermana Concha, donde oyeron los disparos que se cruzaban entre la guardia civil y los revoltosos; declaración que confirma la hermana, añadiendo que cuando se retiraron eran las siete y media de la tarde, hora en que el fuego ya había cesado, y que, por consiguiente, no pudo tener participación el procesado en los sucesos que se le atribuyen.
Manifiesta que debe tenerse en cuenta que el procesado Venancio González no fue detenido hasta el día 4 del corriente, y que si hubiese sido autor de los disparos contra la guardia civil y de la herida del guardia Zapico, hubiese procurado probar la coartada, puesto que toda persona que ha cometido una acción de esta índole, por muy ignorante que sea, trata siempre de demostrar su ausencia del lugar del crimen en los momentos en que éste se ejecuta, y esto no ocurre con el procesado, como lo prueban sus conversaciones con los testigos Toribio Ferreiro, Manuel Guerrero Lodeiro, Paulino Casares, Benita Costa, Josefa López, Manuel Grande y Francisco Barral.
Rebate con gran habilidad los principales cargos formulados en la acusación fiscal.
Concede muy poco valor a las declaraciones de los guardias que se acompañaban al lesionado, en los cuales se funda principalmente la acusación, por ser testigos y actores a la vez de los sucesos.
Pone de relieve las contradicciones en que ha incurrido la testigo Josefa Dios Basanta en sus declaraciones, diciendo que sólo ha venido a embrollar y obscurecer el proceso.
Analiza después la declaración prestada por el guardia Zapico, el cual comienza por afirmar que al entrar en la calle del Orzán, frente a la Rúa Alta, el procesado se hallaba de espaldas.
Añade que es absurdo suponer que un individuo como el procesado, que tenía solicitado ingreso en la guardia civil, que fue soldado y que no tiene notas desfavorables en su filiación, que hizo la campaña de Cuba, que está, por decirlo así, saturado de disciplina y respeto a las instituciones armadas, donde queire continuar, sea quien les provoque y ataque.
No admite la complicidad de Venancio en ninguna forma, pero aún suponiendo que é fuese el autor de la lesión del guardia Zapico, aquella no revistió los caracteres de herida, ni le impidió hacer el servicio de su clase, ni le inhabilitó para la profesión de las armas.
Terminó diciendo que no pedía clemencia, sino la absolución de su detenido por falta absoluta de pruebas y por la carencia de datos para juzgar en conciencia.”
A pesar de todo, no sólo sin pruebas, sino con pruebas de que el acusado no había cometido el delito de que se le acusaba, ha sido condenado conforme la petición fiscal. Venancio fue conducido a la prisión aquel mismo día y saldrá para los presidios de África en la primera conducción.
Es preciso que la agitación se active, si no se consumará tan grande injusticia.
-Se dice que los demás acusados serán también condenados cruelmente, y que de los detenidos y por detener pocos se escaparán sin castigo. Es una infamia que hay que evitar a toda costa.
-Ayer se llevó a la cárcel, desde prisiones militares, en calidad de incomunicados a los obreros Cebrián, Santos Morán y Bropico, sobre los cuales parece hay intenciones crueles.
-Acaban de ser detenidas varias aguadoras, entre ellas la esposa del presidente de aguadores, preso hace días. Causa lástima ver cómo se ceban contra los pobres.- El Corresponsal.
Incluso algún diputado solicita á redacción de La Revista Blanca detalles dos sucesos na Coruña a fin de realizar unha interpelación parlamentaria ao Goberno, como narra o Suplemento no exemplar de 6 de xullo de 1901, engadindo que ten enviado unha circular á “prensa honrada” pedindo colaboración na campaña iniciada:
El Sr. Azcárate nos ha pedido datos de los sucesos desarrollados en La Coruña para interpelar al gobierno sobre los mismos; le hemos mandado todo lo que se ha dicho en estas columnas pertinente al caso. Nosotros, además de lo que va en este número, hemos publicado una circular dirigida a la prensa honrada pidiéndole su colaboración en la campaña que hemos emprendido. Si se nos ayuda se hará una gran labor.
Mitins obreiros na Galiza en xuño de 1901, en protesta polos sucesos do 30 e 31 de maio na Coruña.

Suplemento a La Revista Blanca en Biblioteca Digital Memoria de Madrid – Hemeroteca digital









Deixar un comentario