O “Motín dos Consumos”, na Coruña, en 1886 (I)

A finais do século XIX teñen lugar en todo o estado español unha serie de mobilizacións populares contra os impostos de consumos que impoñían os concellos, moitas veces mediante empresas ás que arrendaban o cobro do mesmo, para gravar a entrada nas cidades de bens de primeira necesidade, as “cosas de comer, de beber y de arder” incrementando notablemente o seu prezo o que perxudicaba ás clases populares. De feito, as primeiras organizacións obreiras creadas ao abeiro da Internacional, enfrontaron tanto as levas para a forzosa incorporación dos obreiros máis novos ao exército como o cobro abusivo deste imposto: “Ni quintas, ni consumos“.

Estas mobilizacións moitas veces acabaron por constituir auténticos motíns. Nun só día, o 7 de maio de 1899, o xornal madrileño La Correspondencia de España recolle novas de motíns deste tipo en Oviedo, Ciudad Real, La Unión, Soria, Ávila e Alcalá. Na Galiza produxéronse tamén levantamentos deste tipo en diversas localidades: Vigo, Noia, Pontevedra, Cariño, Betanzos… como recolle A.M. Castiñeira no artigo “Los motines del «comer, beber y arder»” publicado por La Voz de Galicia o 28 de xaneiro de 2017.

Na cidade da Coruña, o conflito aparece narrado con detalle polo xornal La Voz de Galicia que recolle os feitos acontecidos nos días anteriores nun número especial publicado o día 8 de setembro de 1886, coa portada e columnas tres primeiras páxinas do exemplar dedicadas aos sucesos acaecidos nesas datas e que comezaron ao amencer do domingo 5 de setembro.

EL MOTÍN DE LOS CONSUMOS

Advertencia
La importancia de los sucesos ocurridos en estos días y la minuciosidad que hemos puesto en el relato que de ellos hicimos, han sido causa, sin duda, de que nos solicitasen, tanto de nuestra capital como telegráficamente desde las principales poblaciones de Galicia, numerosos ejemplares de LA VOZ que no hemos podido servir por haberse agotado la tirada; y a fin de satisfacer la curiosidad de muchísimas personas que desean remitir a sus deudos y amigos la relación exacta de estos sucesos, afortunadamente ya terminados, hemos decidido reinsertar el relato de los acontecimientos, completándolo con las noticias que sobre el mismo asunto hayamos alcanzado hasta las cinco de la madrugada de hoy.
A este fin retiramos otros originales que para este número teníamos dispuestos.

ANTECEDENTES
La Coruña, todo el mundo lo sabe, es un pueblo pacífico, dignísimo y sensato, que muy de tarde en tarde, si solicita justicia con insistencia y son totalmente desconocidas sus quejas y se añade a la arbitrariedad el escarnio y al escarnio el atropello, es cuando se levanta airada y da a conocer de modo enérgico su virilidad, y escarmienta con mano dura a las que juzgando por las apariencias a este gran pueblo se burlan de él repetidamente creyendo que no ha de llegar nunca de hora de las represalias, tanto más justas cuanto más tardías. Así, teniendo en cuenta las condiciones de nuestros convecinos, y el aspecto que ha presentado el motín desde las primeras horas hasta las presentes, no dudamos en afirmar que si materialmente no ha tomado parte en el motín todo el pueblo de la Coruña y si éste condena a los alborotadores por su actitud, allá, en el fondo se advierte un malestar, un movimiento unánime de protesta no producido en hechos hasta la fecha pero no por eso menos profundo.
Tiene el motín, o mejor dicho tuvo en las primeras horas carácter de revuelta insignificante y casi infantil, dado el inmenso número de chiquillos que alborotaban alentados por escasas mujeres y hombres, no de muy limpios antecedentes algunos de ellos; ingerencias casi inevitables en estos casos, pero dignas de ser lamentadas por el borrón que arrojan sobre la faz de este pueblo tan honrado como digno. ¡Es tan doloroso ver como toman el sagrado nombre del pueblo en los momentos de confusión aquellos criminales que con solo nombrarlo lo mancillan!…
El origen del motín, en esencia, estuvo principalmente en la impericia de nuestro municipio al haber sostenido el impuesto llamado del ramo volante que consiste en el tributo que pagan por entrar en esta ciudad los artículos de primera necesidad que en pequeñas cantidades traen en cestos las mujeres de nuestras aldeas; y además de esto, en los abusos que han venido cometiendo los dependientes de consumos cobrando a veces por partida doble y hasta con violencia esos impuestos del ramo volante a infelices mujeres que con dolor veían que llevaban los consumos el doble del valor de sus mercancías.

Otros muchos rumores circulan que se refieren a malas artes puestas en juego por algunas gentes a quienes interesa esta revuelta; se ha hablado hasta de dinero repartido para provocar y sostener el alboroto. Nosotros no consignamos este remur sin que le demos absoluto crédito; lo que si afirmamos es que ha habido y hay cierta sospechosa insistencia que tiende a dar un matiz algo político a la algarada; por esto, sin duda, se han oído en la tarde y noche del domingo y en la mañana de anteayer gritos de ¡viva la República! de los cuales gritos protestamos con todas nuestras fuerzas por ser ellos salidos de bocas indignas que quieren echar sobre una limpia bandera y sobre un partido serio una mancha infame. Nosotros declaramos, y lo declaramos con orgullo y satisfacción, que ni un solo republicano de los conocidos aquí como tales, lo mismo aquellos a quienes hemos combatido por haber adoptado un temperamento que nosotros juzgábamos inoportuno, como los demás que son partidarios de los procedimientos legales, ni uno solo, repetimos, ha tomado parte directa ni indirecta en los sucesos que vienen desarrollándose desde las primeras horas del Domingo.
Esto nos obliga, obligación que cumplimos con gusto, a felicitar a todos nuestros correligionarios sin distinción alguna; tanto a los que nos son más íntimos cuanto a aquellos que puedan habernos mostrado en algunos momentos enemistad pasajera.
El partido republicano de la Coruña está dando muestras de dignidad y de honradez que deben hacerse notar para que sean en todos los casos tenidas muy en cuenta.

Claro es que en los orígenes del motín ha detalles que deben consignarse para apreciar mejor el conjunto.
Desde que se efectuó la subasta para el arriendo de los consumos comenzó a notarse el disgusto del pueblo de la Coruña contra la corporación municipal, porque habiéndole sido a esta fácil quedarse con la administración de dicho impuesto en cantidad relativamente pequeña, dejó sacarle a subasta que ascendió a la fabulosa suma de un millón setenta y cinco mil pesetas.
Los arrendatarios del impuesto, personas ajenas a la población, desde el instante en que se hicieron cargo del servicio subastado desplegaron gran rigurosidad en el aforo de los artículos y aún consintieron, consciente o inconscientemente, que algunos de sus empleados cometieran los abusos que más arriba indicamos.
El Ayuntamiento, por otra parte, cometió la insigne torpeza de sacar a subasta el cobro del ramo volante aumentando el impuesto en estos artículos en la siguiente proporción:
Las frutas verdes y frescas fueron aumentadas con 84 céntimos cada 100 kilogramos; las frutas secas con 18 céntimos en igual proporción; las hortalizas con un céntimo en kilo.

Fueron además aumentados entre otros los siguientes artículos: Pimiento molido, dulce y picante 15 céntimos en 100 kilos; Azafrán y demás especias 75 céntimos; Dulces, confituras, conservas y galletas finas 25 céntimos; Carbón mineral de todas clases, exceptuando el que se aplique a la industria, 10 céntimos.
Con estos aumentos y aquellos abusos, nos parece suficientemente explicado el disgusto que según hemos dicho antes, siente desde hace algún tiempo este pacífico vecindario.

EMPIEZA EL MOTÍN
Al amanecer del domingo, con motivo de los anuncios que el día antes habían circulado relativos a la detención que pretendían algunos realizar en las personas de las lecheras y vendedoras de hortalizas que se dirigiesen con sus mercancías a esta ciudad, se dispuso por la autoridad la salida de varias parejas de la Guardia civil a los caminos de Santiago, Castilla y la Silva, con el fin de garantir la libertad personal de dichas vendedoras y evitar toda coacción.
Dícese, sin que respondamos de la noticia, que un sargento de la citada fuerza se extralimitó en sus funciones, siendo esto causa de que los hombres del pueblo, por allí apostados, tomasen aire amenazador; dando esto lugar a que la guardia intimase la dispersión de los grupos que se habían formado, y al no ser cumplida esta órden prendió la Guardia a nueve hombres y una mujer llamados Juan López Pardo, Domingo Porto Mantiñán, Francisco Campos Gago, Juan Gantes Ponte, Antonio Suáres, José Suárez Bara, Juan Perina Barreiro, José Campos, y Manuela Suárez.
Alguno de los detenidos, en vista de la resistencia que hacían, fueron atados codo con codo y esto fue suficiente para que a las entradas de la población empezaran a formarse grupos que reclamaban la libertad de los detenidos, llevando sus pretensiones a vías de hecho y acercándose a los presos con navaja en mano para cortarles las ligaduras. Los paisanos eran rechazados por los agentes de orden público que desenvainaban los sables pegando de plano a los libertadores.
En esta forma, y después de repetidas peripecias, llegaron los presos a la inspección de policía. Allí se amontonó la multitud que pedía con grandes gritos la libertad de los detenidos, y no consiguiéndola comenzaron los silbidos, las amenazas, los mueras, las pedradas a las ventanas y puertas de dicha oficina, las carreras, todos los detalles, en fin, que caracterizan este género de asonadas.
A los pocos momentos presentáronse a la puerta de la inspección el señor Gobernador civil, secretario del Gobierno, Juez de primera instancia, Alcalde de esta ciudad, oficial primero del Gobierno civil y otras personas respetables. Dirigióse el gobernador a los grupos que se hallaban en la Marina con objeto de dirigirles la palabra y apaciguarlos; pero como dicha autoridad había mostrado desde un principio una cortesía y una amabilidad escasamente eficaces, fueron sus intentos acogidos por silbidos.
Después de esto y continuándo las cosas en el mismo estado, siguió la multitud apiñada en los contornos del Gobierno civil, notándose que era muchísimos más los curiosos que los alborotadores.
Las pedradas continuaron también, y en vista de esto se dispuso la salida de algunas parejas de la guardia civil de caballería e infantería.
El juzgado de instrucción se constituyó en la inspección de orden público, comenzando a tomar declaraciones a los detenidos; y habiendo acabado la tarea a las ocho de la noche fueron puestos en libertad todos los presos, menos un hombre y una mujer.
La salida de los presos dió lugar a una nube de piedras disparadas contra los cristales de la inspección de orden público.

POR LA NOCHE
La actitud hostil de los amotinados siguió creciendo. Las pedradas eran cada vez más frecuentes, y las voces y silbidos más atronadores. Entonces las fuerzas de caballería e infantería de la guardia civil, al mando del comandante, dispersaron los grupos, quedando todo por algunos momentos tranquilo.
Retirábase en vista de esto, la Guardia civil a su cuartel, cuando tuvo noticia de que la casa oficina del Impuesto de Consumos estaba siendo apedreada por la parte de la Marina. Las órdenes de la autoridad hicieron ir a los guardias al lugar del suceso donde se encontraron con multitud de curiosos que presenciaban cómo los amotinados pretendían forzar las puertas de la citada casa.
Unos cuantos números de la Guardia civil se situaron a la entrada de Travesía de la Aduana, con objeto de impedir el paso de la gente por aquella parte. Estos guardias fueron insultados por los grupos y aún apedreados, pues uno de ellos recibió una piedra en el ojo derecho, pasando el herido al hospital.
Decíase que estos guardias habían hecho disparos sobre la multitud; pero esta noticia no hemos podido comprobarla.
En estos momentos se reunieron en el Gobierno civil el señor Presidente de la Audiencia, el fiscal de la misma, el teniente fiscal, el juez de instrucción, comandante de la Guardia civil, vice-presidente de la Comisión provincial, varios diputados, periodistas y otras personas cuyos nombres no recordamos.
Presentóse en el gobierno el arrendatario de Consumos con objeto de preguntar qué determinación tomaban las autoridades en vista de que su casa iba a ser asaltada por los amotinados. Decía el arrendatario que se hacía precisa la defensa por parte de ellos, a lo que contestaron las autoridades que desde el momento en que penetrasen en su casa las turbas, podían defenderse.
Bueno es hacer constar que antes de esta escena que dejamos relatada se habían hecho disparos sobre los grupos desde la casa de los arrendatarios de consumos, procediendo tales disparos algunos heridos, creemos que tres, que fueron curados en una botica de la calle Real.

A consecuencia de estos disparos creció el tumulto en la Marina; los alborotadores, penetrando por todas las avenidas de la calle Real y agrupándose a la puerta de la casa de consumos arrancaron la muestra y con ella golpearon furiosamente la puerta y la ventana hasta dar con ellas en tierra. Una vez abiertos los boquetes penetraron algunos individuos en aquellas oficinas apoderándose de los libros y papeles, que fueron quemados en medio de la calle Real en unión de otros objetos sacados de la referida casa.
Aún pretendieron más algunos amotinados; entraron con una lata de petroleo en la casa con objeto de prender fuego, pero en el momento de aproximar la mecha al combustible salieron de interior de la casa varios disparos de arma de fuego que, continuando por espacio de diez minutos, dejaron el local libre de gente estraña. Evacuada la casa no tenían justificación los continuados disparos.

EN LA MARINA
Mientras ocurrían los anteriores sucesos en la calle Real, por la parte de la Marina, la Guardia Civil de caballería procuraba dispersar los grupos dando al efecto algunas cargas. Apesar de haberse dicho en el Gobierno civil, según tenemos entendido, que se diera aviso de algún modo a la gente que paseaba en el Relleno para que no sufriese las consecuencias de una carga, esta se dió sin aviso alguno dentro del referido paseo, ocasionando muchos sustos a los transeuntes.
En la Marina, donde se hicieron algunas descargas al aire, resultaron con ligeras contusiones un teniente de la Guardia civil y varios individuos de dicho cuerpo.
Los amotinados iban aproximándose al gobierno civil, y con este motivo el Sr. Gobernador dispuso la concentración de algunas parejas a las inmediaciones de aquel edificio. Dicha autoridad, según tenemos entendido, en vista del caracter que iba tomando el motín, pidió al capitán general que enviase un escuadrón y algunas fuerzas de infantería; el general parece que en elos primeros momentos no encontraba aún justificada la salida de dichas fuerzas; por fin a las diez de la noche, no sabemos si a repetidos ruegos del Gobernador civil, ordenó la salida de un escuadrón que dividido en secciones se situó en la Marina.
Las fuerzas de infantería se distribuyeron: una compañía en la puerta de las oficinas de consumos, y el resto entre las calles Real, Riego de Agua y Marina.
La tranquilidad se restableció algún tanto pero así y todo algunas turbas de chiquillos y mozalvetes comenzaron a romper los faroles sin que dejaran en las calles más principales uno sano.
También fue apedreada en la noche del domingo la casa del señor Alcalde rompiendo todos los cristales de ella.
A la una de la madrugada tenía la ciudad el aspecto ordinario. Escasos transeuntes pasaban por las calles. Solo alteraban el silencio de la noche los pelotones de tropas que recorrían los sitios que quedan designados en esta relación.

HERIDOS DEL DOMINGO
En el Hospital civil fueron curados en dicha noche los siguientes: Ricardo Dopico Prego, de siete años de edad, herido de una bala en el antebrazo derecho.
Juan Lorenzo Vidal, herido de una bala que penetrándole por el brazo izquierdo le atravesó el costado, saliéndole por cerca de la columna vertebral, ocasionándole la fractura de una costilla: el estado de este individuo a las once de la mañana de ayer, era grave.
Manuel Fariña, niño de cinco años; fractura de un dedo del pié izquierdo, ocasionado por un culatazo.
En el Hospital Militar solo ingresó, en la jornada del domingo, el guardia civil a que antes hicimos referencia, Victor Lacaba, herido de una pedrada en un ojo.
Parece que en las boticas de los señores Lens y Pardo Reguera fueron curados algunos contusos.
Tal ha sido, según nuestras noticias, el lamentable resultado del motín del Domingo que tuvo una segunda parte en el día de ayer, de cuya segunda parte vamos a ocuparnos en los párrafos siguientes, dejando algunas consideraciones para el final de este relato.




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